No me gusta / Luciana Savaget ; traducción Irene Vasco ; ilustraciones C. M. Díaz Consuegra
Por: Savaget, Luciana [autor].
Colaborador(es): Vasco, Irene [traductora].
Tipo de material: TextoSeries Colección OA infantil.Bogota: Panamericana, 2001Edición: Primera edición.Descripción: 36 páginas : ilustraciones en color ; 22 cm.Tipo de contenido: texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: volumenISBN: 9583008265.Tema(s): Cuentos infantiles brasileños | Literatura infantil brasileña | Niños en la literatura | Obediencia en la literaturaClasificación CDD: C Resumen: Es la historia de una niña muy bonita, pero muy malhumorada y caprichosa, que ni siquiera sabía jugar. Vivía refunfuñando y era tanto lo que rezongaba que terminó por olvidar cómo eran las sonrisas. Sus ojos eran lindos y redondos, pero no brillaban. Tenían un eterno aire de tristeza. A todo siempre replicaba: “¡No me gusta! ¡No quiero! ¡No me mire!”. Tanto que nadie sabía su nombre y le decían “No me gusta”. Sus papás hacían lo que fuera por animarla pero ni siquiera una gran fiesta con payasos y amigos evitaron que ella se encerrara en su cuarto y metiera la cabeza debajo de la almohada para no oír la diversión.Tipo de ítem | Ubicación actual | Colección | Signatura | Copia número | Estado | Notas | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Libro de Literatura | José María Vélaz | Colección Infantil | C SAVN (Navegar estantería) | Ej. 1 | Disponible | 2156214 | C0314163 | |
Libro de Literatura | José María Vélaz | Colección Infantil | C SAVN (Navegar estantería) | Ej. 2 | Disponible | 2156215 | C0314164 |
Es la historia de una niña muy bonita, pero muy malhumorada y caprichosa, que ni siquiera sabía jugar. Vivía refunfuñando y era tanto lo que rezongaba que terminó por olvidar cómo eran las sonrisas. Sus ojos eran lindos y redondos, pero no brillaban. Tenían un eterno aire de tristeza. A todo siempre replicaba: “¡No me gusta! ¡No quiero! ¡No me mire!”. Tanto que nadie sabía su nombre y le decían “No me gusta”. Sus papás hacían lo que fuera por animarla pero ni siquiera una gran fiesta con payasos y amigos evitaron que ella se encerrara en su cuarto y metiera la cabeza debajo de la almohada para no oír la diversión.
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