La rebelión de las ratas : adaptado de la obra homónima de Fernando Soto Aparicio ; ilustraciones Julio Segura ; adaptación Luis Silva Gaitán ; edición Alejandra Sanabria Zambrano
Por: Soto Aparicio, Fernando [autor].
Colaborador(es): Segura, Julio [ilustrador] | Silva, Luis [adaptador] | Sanabria Zambrano, Alejandra [editora].
Tipo de material: TextoProductor: Bogotá : Panamericana Editorial; ©2022Edición: Primera edición.Descripción: 126 páginas : ilustraciones a color ; 26 cm.Tipo de contenido: texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: volumen ISBN: 9789583064340.Tema(s): Soto Aparicio, Fernando 1933-2016 -- Adaptaciones literarias -- Historietas | Novela gráfica colombiana | Problemas sociales -- Novela gráfica | Desigualdad social -- HistorietaResumen: Antes de todo era sencillez, rusticidad, paz. Y de pronto el valle se vio invadido por las máquinas; el mediodía fue roto por el grito estridente de las sirenas [...]. Así como el paisaje, los rostros cambiaron también. Ya no era la cara ancha y sonrosada del sembrador; ya no las mejillas frutales de las muchachas ni los ojos risueños de los niños. Eran semblantes deformados por grandes cicatrices; con hirsutos pelos que les daban apariencias bestiales, ridículas [...]; eran ojos asustados, huidizos, brillantes de codicia, señalados por las huellas imborrables de crímenes pasados. A eso lo llamaban algunos, pomposamente, civilización. (Tomado de la fuente)Tipo de ítem | Ubicación actual | Colección | Signatura | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Libro de Literatura | José María Vélaz | Colección Juvenil-Adulto | H SOTr (Navegar estantería) | Ej. 1 | Disponible | C0317465 |
Antes de todo era sencillez, rusticidad, paz. Y de pronto el valle se vio invadido por las máquinas; el mediodía fue roto por el grito estridente de las sirenas [...]. Así como el paisaje, los rostros cambiaron también. Ya no era la cara ancha y sonrosada del sembrador; ya no las mejillas frutales de las muchachas ni los ojos risueños de los niños. Eran semblantes deformados por grandes cicatrices; con hirsutos pelos que les daban apariencias bestiales, ridículas [...]; eran ojos asustados, huidizos, brillantes de codicia, señalados por las huellas imborrables de crímenes pasados.
A eso lo llamaban algunos, pomposamente, civilización. (Tomado de la fuente)
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