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Pepita Jiménez hace parte de la tradición clásica española, fusionada con el romanticismo del siglo XIX. El autor habla de la influencia de los místicos españoles de los siglos XVI y XVII, que al margen de su iluminado pensamiento le permiten a la novela expresarse en un lenguaje castizo, de estilo galante, en su forma y fondo, y se convierte en una de las creaciones más puras de la cultura española. Las sutilezas del espíritu y el crudo sentido del humor de la picaresca se conjugan magistralmente en la novela. La fuente platónica del amor provoca intensas pasiones en don Pedro y su hijo don Luis, atraídos ferozmente por la musa Pepita Jiménez, mujer humilde y bella, venida a menos por la muerte de su esposo. Lo esencial de la trama es la lucha entre el deseo obsesivo de posesión de la mujer amada y transformar esa fuerza en un método de conocimiento para ascender a los ámbitos celestes de la perfección espiritual.